- ¿Por qué estudió derecho?
- ¡Ay, el derecho! A los 16 años veía a mi hermana hablando en términos jurídicos, términos corriendo, jueces, estados, edictos, etc. Me llamó la atención y empecé acompañarla a juzgados los días que salía temprano del colegio. Estar allá me hacía sentir grande e importante. Cuando me gradué del colegio no tenía los recursos suficientes para entrar a la universidad así que entré a trabajar como secretaria en una firma de abogados, al poco tiempo me ascendieron al puesto de asistente contable y posteriormente me asignaron algunos procesos. Allí me enamoré del derecho y dije “esto es lo mío”, además sabía que tenía oportunidad de crecimiento laboral, práctico e intelectual en mí trabajo; el amor me duró 2 años, lo que equivale a los 4 semestres que tengo de derecho.
- ¿Cómo fue su experiencia estudiando derecho? ¿Qué le gustó? ¿Qué le disgustó?
- Es una experiencia que jamás olvidaré, aprendí demasiado, el derecho abre la mente a muchísimos conocimientos; tener una mente promiscua por la cantidad de conocimientos que se adquieren estudiando derecho es sencillamente espectacular. Me gustó y disfruté cada “proceso” que me asignaron como taller en clase; habían casos fuertes y que habían sido reales, hubo cosas que me impactaron. Me disgustó, es más odié darme cuenta de que tristemente acá la justicia en la mayoría de los casos se logra parcializar con dinero e influencias, ese fue el motivo que me llevó a dejar la carrera; me parecía injusto que mientras uno “se quema las pestañas” estudiando llega un colega a comprar y sabotear la justicia, eso desmotiva, con dolor veo que la profesión se ha prostituido.