Alistando maletas, un viejo "amigo" me pide que le deje algo de recuerdo, el pobre está vaciao' y me dice que le deje algo de valor; cualquier maricadita en oro o plata; así que me pongo a pensar en aretes, cadenas, pulseras, relojes, lo que sea que pueda tener en oro o plata y me doy cuenta de que no tengo nada.
Me confundí, no sé si soy muy pobre o demasiado simple; a decir verdad, siempre he preferido comprarle mis accesorios a los hippies que me encuentro por la calle, los que se hacen por la zona T son los más. Concluí que no soy pobre, creo que soy simple, me gustan las maricaditas raras y apoyar el talento de la gente que se expone al sol y al agua para vender sus cosas.
A mi pobre amigo le tocará conformarse con un abrazo, un beso y quizás un manilla tejida que un día un mechudo de ojos miel y sonrisa perfecta me regaló por comprarle un anillo con una piedra que ni sé como se llama, pero que me enamoró con su color y aún conservo.