Ilustración: Martin Seligman. |
De nuestra extraña, extensa pero corta a la vez e irrazonable relación quedó simplemente un reloj sin pila, una planta que murió y renació después de que me la regalaste, un buzo gris que no uso y tengo por allá enterrado en el último rincón de mi armario y un pajazo virtual que nos echamos cuando aburrido y deprimido me buscaste; todo porque tu novia, la tóxica que no aceptaba a tu hija, que no quiere a tu mamá y que te robó el gato que te regaló tu hija, te botó.
A final de cuentas no queda nada, solo la risa que me ocasiona el poder escribir y leer éste breve resumen de nosotros.