domingo, 24 de enero de 2016

Catorce días

Catorce días de viaje, catorce días juntos, catorce días soportándonos, catorce días aventurando, catorce días en los que por fin tantas preguntas tuvieron respuesta.

Catorce días que fueron suficientes para ver porque no debíamos estar juntos, o no como lo pensamos hace un tiempo; somos temperamentales, caprichosos, mandones y poco tolerantes, los dos somos así; con razón el destino no nos permitió estar juntos, de haber seguido con ese no sé qué que teníamos, todo sería caótico; la verdad es que ya ni pa' follar servimos.

¿La tercera es la vencida?

Quizás en éste caso no aplica; tercera salida de rumba en Buenos Aires ¿el resultado?, el mismo de las noches anteriores, no me acoplo a ésta rumba.

Extraño mi vallenato, salsa, merengue, carnavalito, cumbia (colombiana), joropo, mejor dicho, extraño mi tierra. 4.40AM y sigue sonando cumbia (argentina), si, para los que están a mi alrededor eso suena delicioso, realmente lo gozan y disfrutan; no está mal, seguramente si ellos fueran a una fiesta, de esas que sólo los colombianos sabemos armar, también se sentirían raros. Escuché temas de Cerati y hasta Rocio Durcal en versión cumbia, reconozco que me asusté y asombré ¡son ingeniosos los argentinos!

¿Los chicos? Si, mucho lindo por ahí, pero lanzados a más no poder, así que para la colombiana que está acostumbrada al coqueteo es jodido acoplarse también a las técnicas de conquista aplicada por estos lares.

En conclusión, yo sigo sentada en un muro que encontré a la salida del boliche, ¡Ah! esa es la otra, no hay sillas ni mesas, así que si o sí le toca aguantarse toda la rumba de pie; seguramente esas entaconadas en zapato puntilla que se ven por la 85, la T y Galerias en Bogotá no se aguantarían ese voltaje, punto para las argentinas, de verdad las admiro.

En fin, me di cuenta que con ésta rumba no puedo, lo intenté, pero no me acoplé; claramente el problema soy yo, pero la verdad es algo que no me preocupa, así que por ahora está decidido; me dedicaré a seguir escribiendo, leyendo, jugando pool (soy pésima) y hacer cualquier otra pendejada que no me demande bailar al ritmo de las cumbias argentinas.

viernes, 22 de enero de 2016

Analgésico

En el mundo de los imposibles pasó algo increíble; noche fría, varios gin-tonic en la cabeza, dolor en el corazón por culpa de un tarado y una gran confusión que sólo la hacía llorar. Caminata solitaria hasta casa, falta de cigarrillos y de compañía; ahí inició todo.

Con el coraje característico de alguien bajo efectos del alcohol, Gabriela le pidió un cigarrillo al chico de ojos color verde, verde brillante y cautivador; él por su parte solitario y meditabundo sonrió y le convidó el cigarrillo que ella le pidió .

Mientras él la observaba ella hablaba como una lora mojada, nuevamente efectos del licor, pero él poco a poco se sentía más y más cómodo con ella, le hacía gracia oirla, por lo menos ya las lágrimas se habían borrado de su cara y el único rastro que quedaba era un poco de maquillaje corrido en sus ojos.

Ese fue el cigarrillo más hablado en sus vidas, las horas pasaron y el efecto del alcohol se fue mientras ellos seguían hablando.

Desde aquella noche todo ha cambiado, pues el verde de los ojos de Luca se volvió el mejor analgésico contra el dolor de que por tanto tiempo vivió en el corazón de Gabriela.